Del 6 de abril al 15 de junio de 2024

De jueves a viernes de 18 a 20 h.

Sábado de 11 a 13 h y de 18 a 20 h.

Festivos cerrado excepto 30 de marzo y 17 de mayo.


INAUGURACIÓN: SÁBADO 6 DE ABRIL

El Convent, Espai d'art, Calle Hospital, 5. Vila–real, Castellón.

Alex Gambín (2023)

«Sois máquina, y una máquina está más allá del conocimiento de la anatomía, de la historia, de las lenguas e incluso de Dios.»

Epístola a la Srta. A. C. P. o la máquina derribada
La Mettrie

 

La máquina ha llegado a ser, desde los albores de la modernidad, el signo definitorio de nuestra época. El sueño ilustrado de dominio sobre la naturaleza y el cuerpo a través de la técnica se ha realizado, corroborando aquello que La Mettrie —uno de los philosophes más heterodoxos— escribió sobre el ser humano en su tratado El hombre máquina: «¡He aquí una máquina bien ilustrada!». Lo que tal vez no pudo imaginar fue el devenir de esa máquina biológica que, desde la fabricación de sofisticadas extensiones digitales, pasando por nuevos procesos de subjetivación posibilitados por la autoproducción del cuerpo —ahora un dispositivo multimedia provisto de puertos en los que conectar todo tipo de microtecnologías—, ha visto su libertad reducida al convertirse en un apéndice de las máquinas que ella misma ha creado. La contradicción naturaleza/cultura se ha difuminado en aquella hibridación que J. G. Ballard vislumbró en su novela Crash: la unión sexual entre cuerpo y automóvil forma, en sus palabras, «una metáfora total de la vida del hombre en la sociedad contemporánea».

Desde los textos mencionados —separados por más de dos siglos— hasta las producciones cinematográficas de David Cronenberg y Julia Ducournau, hay una línea de continuidad en la que se inscribe la nueva propuesta artística de Alex Gambín. No obstante, alejado del gore morboso y sensacionalista, la incorporación de la imaginería de los accidentes de tráfico por parte del artista no consiste en un trillado homenaje a Ballard o a Cronenberg. Antes bien, Exposición dérmica crea su propio reducto de autonomía en y desde el cual, valiéndose de la máquina como metáfora, el artista explora el cuerpo, sus múltiples posibilidades y límites. El recurso de la metáfora alcanza su mayor rendimiento mediante el uso de la técnica de superposición, ya que es esta la que impone límites al dominio de la pulsión de muerte, permitiendo explotar su poder creador. Así, lejos de quedar reducidos a una masa amorfa, la carne y el acero son dilatados, contraídos y deformados sin perder la consistencia ontológica que posibilita aquel «matrimonio de los cuerpos y la tecnología» del que hablaba Ballard.

La metáfora cuerpo/máquina adquiere mayor fuerza en la dimensión formal de la propuesta al conjugar la técnica de la superposición con el blanco y negro, uno de los tópicos más constantes en la investigación del artista. La apuesta por la asepsia cromática funciona como un talismán que establece una distancia prudencial —tanto a nivel epistémico como emocional— entre el objeto y los sujetos productor y receptor, dando lugar a una estética que resultará reconocible a quienes estén familiarizados con la obra de Alex Gambín. Asimismo, la distancia generada por la supresión de los colores se relaciona con otros elementos recurrentes en la trayectoria del artista, tales como el tratamiento del tema de la memoria y el trabajo con el archivo fotográfico. Exposición dérmica no es, pues, una mónada aislada de la producción total de Alex Gambín, sino que, por el contrario, constituye un paso más en el work in progress que es su itinerario artístico. 

Es por el carácter abierto de la obra del artista que se exploran nuevos terrenos en esta propuesta. La profundización en la técnica de la superposición se complementa con el uso del gran formato, permitiendo traducir la lógica de la objetualidad de los cuerpos a la de las máquinas. Se trata de un único lenguaje —aquel que La Mettrie descifró en la anatomía de los engranajes y las vísceras—, pero a escalas distintas. La metáfora cuerpo/máquina no solo amplía y enriquece el universo pictórico de Alex Gambín; se muestra, además, fecunda para la reflexión. La difuminación de la contradicción cuerpo/máquina ha generado una ambigüedad respecto a la técnica, que ha mostrado su potencial deshumanizador, cifrado en los grandes procesos de matanza sistemáticamente organizada acaecidos en el siglo xx y su principal consecuencia: la reducción del cuerpo a cosa. Sin embargo, la biología por sí sola resulta inhumana; arrancado de la naturaleza, el cuerpo es lo dado: también es cosa. La técnica, de hecho, es más humana que el cuerpo, ya que esta es producto de la cultura, aquel barniz que nos vuelve propiamente humanos. En otras palabras, al ser parte y fruto del proceso de humanización, la técnica aplicada a nuestros cuerpos los sustrae de su condición cósica y los humaniza. La propuesta de Alex Gambín, por tanto, invita a pensar nuevas formas para un humanismo ya agotado que debe afrontar el reto de la cada vez más difusa barrera entre el cuerpo y la máquina. 

Carlos Castelló García