Inauguración: sábado 1 de marzo de 2025, 12 h.
El Convent, Espai d'art, Calle Hospital, 5
Vila–real, Castellón
Lolo Camino Sos (2025)






Historia de las cosas que sobrepasan la razón: geografía del hueco, análisis del azar y, por supuesto, interpretación del más allá
Siempre lo primero es poner el agua a hervir.
Lolo Camino
La historia de las formas artísticas o del arte en general es un proceso que se genera al tomar como objeto de estudio la representación que el ser humano crea del mundo que lo rodea. La historia de esta representación se mantiene en constante cambio y es tan antigua como la propia historia de la humanidad.
Desarrollada en el Renacimiento, expande su estudio hasta los albores de lo que Harari (2014) llama «la mutación del árbol del saber». El hombre león de Stadel representa una simbiosis entre humana y leona. Esta representación parte de una idea tomada de la realidad que es reconfigurada por la mente humana. Hace unos 32.000 años esa mente humana imaginó algo no visto, algo que la razón no alcanzaba a ordenar. Sin embargo, esa visión del mundo alrededor, o más bien esa cosmovisión hizo posible la representación de algo colocado en el más allá. Dice Harari (2014) que si nos encontráramos con los artistas de la cueva de Stadel podríamos mantener conversaciones sobre las aventuras de Alicia en el país de las maravillas. Más interesante aún si cabe, sería poder hablar del modo en el que, en ese instante hace tanto tiempo, se llega a la representación objetual de una idea que subyace del conocimiento compartido.
A continuación, se habla de una de esas mentes insertadas en el hueco de hace tanto tiempo. Un instante en el más allá que devolvió a la realidad algo que transita aún en nuestro tiempo.
Del mismo modo que el hombre león de Stadel nos habla de las capacidades, preocupaciones y visiones de la mano que lo creó, del mismo modo, narra la obra tratada aquí. Es común introducir al artista directamente con su nombre, aceptando el hecho de su autoría. Sí, ciertamente la obra es causa de su autor, pero también habla por sí sola.
Lolo Camino Sos, nacido en Sevilla en 1983, teje su obra con los hilos de una biografía marcada por la tensión entre lo urbano y lo natural. Criado entre la Sevilla metropolitana y los arrozales de Isla Mayor, su práctica artística se erige como un puente entre estos paisajes aparentemente antagónicos. Este contraste, vivido bajo la tutela de su abuelo materno, imprime a su obra un carácter dual, donde el asfalto y el barro, lo industrial y lo orgánico se encuentran. En su producción, la memoria se convierte en materia y las emociones toman forma a través de composiciones que oscilan entre la figuración y la abstracción.
En su trayectoria destacan proyectos como Nine Vision en Bruselas (2018), donde exploró el arte colaborativo; el mural de 100 metros en el Street Art Museum de San Petersburgo (2018); y la exposición bipersonal «Inner the Vase» en Tokio (2018). En series como «Extraños» (2023), las pequeñas dimensiones de las piezas contrastan con la intensidad emocional que contienen. Sus figuras, cargadas de sencillez aparente, esconden universos íntimos y complejos que invitan a mirar más allá.
En obras como Saturno a la espera de devorar a su hijo (2023), el uso del papel de lija como soporte enfatiza la materialidad y potencia el simbolismo del mito, explorando la tensión constante entre crear y destruir, entre lo visceral y lo reflexivo.
La cerámica reciente de Lolo Camino Sos reflexiona sobre la interacción entre forma y ausencia, donde el espacio vacío se convierte en una presencia activa que otorga significado. Explora los límites entre la materia y la oquedad, combinando técnica, contemplación e introspección, destacando la creación como un proceso de transformación emocional y material.
La obra de Camino Sos explora la tensión entre perfección e imperfección, integrando conceptos como arrastre, espuma y dolor para reflejar la lucha creativa. Encuentra en el vacío una presencia simbólica que evoca la filosofía wabi-sabi, celebrando lo imperfecto y transitorio. Inspirado en la tradición japonesa del té, su trabajo busca una conexión íntima con la materia, el entorno y el tiempo, transformando cada pieza en un ritual de reflexión sobre nuestra relación con el mundo.
Por otra parte, su paso de la pintura a la escultura lleva sus personajes narrativos a una tridimensionalidad que transforma la relación del espectador con la obra. En la escultura, los materiales cerámicos permiten a Camino Sos traducir texturas y capas pictóricas en formas volumétricas, donde el vacío y el lleno generan nuevas posibilidades expresivas. Estas figuras, fragmentadas y audaces, no solo habitan el espacio físico, sino que establecen un diálogo con el espectador desde la forma, el color y la narrativa de los personajes.
«Quiero contar historias diferentes con medios diferentes, le decía Antonioni a Jean-Luc Godard en 1964» (Antonioni & Torrell, 2022, p.15). Este extracto recogido por Torrell para el prólogo a la edición castellana del libro de Antonioni encaja a la perfección con las intenciones de Lolo Camino. Y esto no es solo por el paso de la pintura a la escultura. No, eso es algo habitual en muchos artistas.
Llegar a un lugar donde nadie antes ha estado, beber el agua que por primera vez emana de la tierra, dejar que el tiempo transite hacia su invención… Junta todo esto y por supuesto, siempre antes pon el agua a hervir.