Del 6 de abril al 15 de junio de 2024
De jueves a viernes de 18 a 20 h.
Sábado de 11 a 13 h y de 18 a 20 h.
Festivos cerrado excepto el 17 de mayo.
INAUGURACIÓN: SÁBADO 6 DE ABRIL 12 H.
El Convent, Espai d'art, Calle Hospital, 5. Vila–real, Castellón.
María Esteve (2024)
El paisaje emocional, la naturaleza sentida: ecos de la mirada
«Busco calma para tratar de encontrar una Vila-real más natural. Paseo por el río Mijares y me llama la atención el sonido de las gaviotas y el sonido profundo que genera una acequia subterránea que recorre el interior de la montaña. Encuentro un túnel, parece natural con un tramo minado, un tramo excavado en la roca, una construcción, una acequia. Lo atravieso y me lleva al inicio del proyecto».
María Esteve Trull, 2024
Escribir sobre los procesos y la producción creativa de María Esteve es poner de manifiesto que la visión de la artista se nutre de todo lo que la rodea, de lo que ha vivido, de lo que conoce, y también de lo que le queda por conocer. Los territorios explorados, y los inexplorados, son la principal motivación en sus procesos de creación.
En el viaje artístico en el que lleva tiempo inmersa María, una de las etapas donde se detiene es en el territorio de la Plana, en la ciudad de Vila-real, una villa que conserva el sabor medieval del antiguo recinto amurallado, con cuadrículas y acequias que conviven con el entramado industrial de fábricas. En este entorno desconocido para ella no es este rumor a industrialización lo que le interesa, sino el clamor de la naturaleza, la calma de otro tiempo. En su búsqueda por el silencio pasea por el río Mijares, descubriendo sonidos de aves y de aguas. Oye el sonido profundo del agua subterránea, se sumerge en él y ya puede iniciar su viaje, se encamina a través de una antigua acequia, recorre huertas, alquerías y los meandros del río en su camino hacia el mar; allí en la desembocadura, en la confluencia de olores y sabores, del agua dulce y del agua salada, María halla su lugar, construye su itinerario íntimo y cercano. La emoción la invade, su curiosidad la guía.
La dimensión natural y cultural del paisaje se pone de manifiesto en los frottages que María obtiene de los muros de piedra, los árboles o las plantas, siendo los registros de elementos del territorio los que lo representan. Con su actitud respetuosa, escrutadora e inmersiva conquista territorios lejanos como la isla de la Reunión, y otros más próximos de nuestra geografía, los conquista porque los toma para nosotros, nos los aproxima mediante registros de todo tipo. Se baña en las aguas de la isla para comprender rituales y crear los suyos propios, e igualmente se baña en las cuencas secas de nuestros ríos, se sumerge en ellas para tomar testimonio, se convierte en testigo que nos trae el relato de lo que resulta relevante a su mirada, una mirada atenta, sensible y creativa. A posteriori, ya en su estudio, indaga sobre la mejor forma de elaborar un relato con ellos, sobre el modo en que va a escribir la historia vivida. Se podría decir que María, en sus incursiones en el paisaje va recogiendo recuerdos, como las piedras, las conchas o los fragmentos de cerámica y vidrio erosionados que recogemos en algunos de nuestros paseos y, ya en casa, decidimos si los queremos mostrar y el modo de hacerlo. Quizá lo que les confiera más interés sea la manera en que los agrupamos, o cómo los presentamos. En este sentido es el espacio del estudio, desde su cálida luz y silencio sereno, el lugar en que la artista ensaya el modo de articular las piezas, de generar diálogo entre ellas, explorando las maneras en las que podrían ser instaladas, manejándolas como piezas de un puzle que aún no tiene una imagen definida.
María se convierte en narradora de experiencias del territorio, en exploradora del presente que no permite que se olvide el pasado. Sus obras cuentan lo que está viendo y viviendo ahora, pero también lo que antes fue o hubo en ese territorio, para ello lo recorre físicamente y también recorre su historia estudiando documentos o conversando con quienes lo habitan. Sus relatos y narraciones, visuales o audiovisuales, parten de la experiencia: de tocar, oler y escuchar la tierra, las aguas y los elementos vegetales. Los recorridos a pie, descalzo a veces, incluyen el tiempo necesario para dejarse permear por las emociones que surgen en la prospección, para deleitarse en ellas, para identificarlas y procesarlas, es lo que determina que la artista fije su mirada en un elemento que decide registrar con sus toscos pedazos de grafito, a veces lo hace sobre papeles, otras veces es la tela la que soporta esa huella de la historia.
Con estas herramientas en la mochila va registrando lo que siente por el camino, saca a la luz la historia del lugar, desvelando el depósito del tiempo, tiempos dispares y no lineales, de arqueologías y memorias compartidas. Estas reflexiones sobre el paisaje vivido se visualizan en dibujos, en frottages, en papeles o telas que van configurando un mapa del territorio, que en realidad reflejan la imagen de su mapa mental, de su imaginación creadora que descubre la construcción de mundos nuevos, una versión sentida de lo hallado, un paisaje emocional que nos contagia de los sonidos, de los olores y sabores, del color y las texturas de la naturaleza sentida.
Isabel Tristán Tristán, Eva Marín Jordá, Profesoras titulares de la Universitat Politècnica de València